Podríamos definir la actitud, como una energía generada en nuestra mente y que se proyecta al exterior determinando la posición que uno adopta frente a sí mismo, a los demás, en sus actividades, en sus proyectos o metas, en fin, frente a la vida misma.
Es la forma de encarar los problemas y las circunstancias que se nos presentan; es la generadora del tipo de pensamientos y del resultado de nuestras acciones. Es cómo nos proyectamos al futuro y cómo encaramos nuestra actividad diaria. Es el reflejo de cómo nos sentimos con nosotros mismos y con lo que hacemos. Es la postura de cómo muestro mi cuerpo y todo mi ser de acuerdo a mis estados de ánimo. Por lo tanto, debemos aprender a disciplinar nuestra actitud pues va a ser crucial en la imagen que ofrezcamos de nosotros mismos y que las aptitudes se construyen sobre los cimientos de las actitudes.
La actitud positiva es sinónimo de progreso, enseña a aprender de los errores y de los fracasos, porque transmite vitalidad, optimismo, seguridad, atracción y es un buen camino al éxito, tanto personal como laboral ya que en cualquier actividad, la actitud positiva potencia nuestras habilidades.
Si miramos a nuestro alrededor veremos que los triunfadores no solo combinan inteligencia y capacidad o estudios para lograr el éxito, ¡le agregan una buena dosis de actitud positiva!. Tienen temple de ganadores, buscan y consiguen el éxito, se esfuerzan y no decaen ante los tropiezos; al contrario, se reincorporan con más brios. Son personas que se han enfocado su actitud de tal manera, que todas sus acciones, pensamientos y esfuerzos convergen hacia un tema en particular: el objeto de su foco. Y finalmente tienen éxito!
La actitud negativa hace experimentar una sensación de fracaso. Aunque no es sencillo cambiar de actitud, es muy probable que las actitudes positivas que hemos relacionado con experiencias exitosas se repitan convirtiéndose en costumbre, y en cambio las actitudes negativas relacionadas con sentimientos de fracaso, cesen.
La sensación de fracaso crea una modificación en el comportamiento, y en cambio la sensación de éxito, provoca una estabilización en el comportamiento. Esta sensación exitosa de reconocimiento estabilizará y hará que se repita el comportamiento deseable.
La reflexión final es: de nuestra actitud dependerá en gran parte la de nuestros colaboradores o la de nuestro equipo de trabajo, y de ello dependerán, por ende, los resultados, por lo que vale la pena decidir qué quiero para mi y mi empresa para este nuevo año que se avecina; ademas creo que es indispensable tener la mejor actitud para emprender los retos que se presentan día con día ya que siempre estaremos cerca de una situación difícil o un conflicto.
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